sábado, marzo 26, 2005

Kirguistán

Pasillo estratégico
LA VANGUARDIA - 27/03/2005

KIRGUISTÁN es un pasillo estratégico en el que rusos, estadounidenses y chinos se juegan el dominio del Asia Central. En ese pequeño y pobre país de poco más de cinco millones de habitantes se ha producido una revolución de terciopelo, la tercera después de Georgia y Ucrania en apenas un año y medio en la zona de influencia de Rusia, que ha llevado a la oposición a la toma del poder tras unas elecciones calificadas de fraudulentas.

Una revolución que, en apenas 48 horas, ha hecho huir a su presidente, Askar Akaev, un físico nuclear y dirigente liberal que accedió al poder en 1990 apoyado por Gorbachev. Con el tiempo, aquél endureció su régimen y confundió los intereses de su país con los de su familia, lo que ha provocado su caída y la búsqueda de asilo en Rusia. La cabeza visible de la oposición victoriosa es Kurmanbek Bakiev, ex primer ministro de Akaev, que dimitió a causa de una matanza de estudiantes en el 2002 y que goza de mucha popularidad. Nombrado presidente interino tras la huida de Akaev, ya anunció que será candidato a las elecciones presidenciales del próximo en junio. Junto a él está otro dirigente de la oposición, el ex vicepresidente y ministro de Seguridad Felix Kulov, liberado el pasado jueves de la cárcel por sus adeptos y que puede ser el futuro adversario electoral de Bakiev.

El nuevo poder de Kirguistán ya ha anunciado que no romperá con Moscú, el cual no ha movido un músculo para defender a su antiguo aliado, a diferencia de lo ocurrido en Georgia y Ucrania. Es más, Bakiev agradeció a Putin "su ayuda y su apoyo". El presidente ruso, por su parte, por mucho que desconfíe de la nueva situación, ha prometido que ayudará a las nuevas autoridades a estabilizar el país.

Washington ha saludado el triunfo de esta revolución, en palabras de la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, para quien "esto será algo bueno si comienza un proceso hacia la democracia". Muy cerca de Bishkek, la capital kirguís, Estados Unidos cuenta desde hace tres años con una base militar, desde la cual opera sobre Afganistán con el visto bueno de Putin, que también instaló una base militar rusa. Importantes fundaciones del Partido Demócrata estadounidense y del millonario Georges Soros apoyan financieramente la democratización de la sociedad civil kirguís.

Del otro lado se encuentran la agitación de movimientos islamistas y el contrabando de opio y de armas. Y, claro está, como telón de fondo aparece el gigante chino, país con el que Kirguistán comparte varios cientos de kilómetros de frontera que es la puerta de entrada de sus productos a las ex repúblicas soviéticas del Asia Central. La revolución kirguís ha tenido como consecuencia tres víctimas mortales y el saqueo de comercios regentados en su mayoría por chinos.
La Vanguardia, editorial, 27 de marzo de 2005, Madrid, España.