En el mundo contemporáneo la movilidad de personas que cruzan límites internacionales es cada vez más intensa. La mayoría de los movimientos poblacionales son producto de la búsqueda de mejores condiciones de vida en el marco de fuertes asimetrías económicas, aunque también inciden factores de difícil predicción que dan lugar a movimientos de población en condiciones forzosas e involuntarias. Prácticamente ningún país escapa a la dinámica de la migración o puede mantenerse ajeno a sus consecuencias. Así, México es país de origen, destino y tránsito de importantes flujos migratorios.
El fenómeno de la inmigración a México es en general de poca cuantía, observándose un incremento promedio anual de siete mil inmigrantes durante las décadas de los setenta y ochenta. De acuerdo con los datos del Censo de Población y Vivienda de 1990, en ese año residían en el país alrededor de 340 mil extranjeros, cifra que representó sólo 0.42 por ciento de los habitantes del país.
En cuanto a los rasgos demográficos y socioeconómicos de la inmigración se observa que existe una proporción semejante de hombres y mujeres, misma que no presenta variaciones significativas según el lugar de origen y el periodo de ingreso a México; el principal país de origen de los inmigrantes (más de 50%) es Estados Unidos, seguido por los oriundos de Centro y Sudamérica y en menor medida por europeos, asiáticos y africanos. Los inmigrantes de países no americanos muestran una estructura envejecida y los centro y sudamericanos conforman un perfil por edades jóvenes.
Sólo diez entidades de la república concentran cerca de 80 por ciento de los inmigrantes: Baja California, Chihuahua, Nuevo León y Tamaulipas en la frontera norte; Guanajuato, Jalisco y Michoacán en el bajío y el occidente; el Distrito Federal y el Estado de México en el centro, y Chiapas en el sureste. La distribución de los inmigrantes en estos diez estados varían dependiendo del país de origen. Los nativos de Estados Unidos habitan básicamente en el norte y en el occidente; en el valle de México reside más del 60 por ciento de los que nacieron fuera del continente americano; y en Chiapas vive casi el 40 por ciento de los provenientes del sur, especialmente de Centroamérica.
El fenómeno de la inmigración a México es en general de poca cuantía, observándose un incremento promedio anual de siete mil inmigrantes durante las décadas de los setenta y ochenta. De acuerdo con los datos del Censo de Población y Vivienda de 1990, en ese año residían en el país alrededor de 340 mil extranjeros, cifra que representó sólo 0.42 por ciento de los habitantes del país.
En cuanto a los rasgos demográficos y socioeconómicos de la inmigración se observa que existe una proporción semejante de hombres y mujeres, misma que no presenta variaciones significativas según el lugar de origen y el periodo de ingreso a México; el principal país de origen de los inmigrantes (más de 50%) es Estados Unidos, seguido por los oriundos de Centro y Sudamérica y en menor medida por europeos, asiáticos y africanos. Los inmigrantes de países no americanos muestran una estructura envejecida y los centro y sudamericanos conforman un perfil por edades jóvenes.
Sólo diez entidades de la república concentran cerca de 80 por ciento de los inmigrantes: Baja California, Chihuahua, Nuevo León y Tamaulipas en la frontera norte; Guanajuato, Jalisco y Michoacán en el bajío y el occidente; el Distrito Federal y el Estado de México en el centro, y Chiapas en el sureste. La distribución de los inmigrantes en estos diez estados varían dependiendo del país de origen. Los nativos de Estados Unidos habitan básicamente en el norte y en el occidente; en el valle de México reside más del 60 por ciento de los que nacieron fuera del continente americano; y en Chiapas vive casi el 40 por ciento de los provenientes del sur, especialmente de Centroamérica.
Boletín editado por el Consejo Nacional de Población, año 4,número 12, 2000, disponible en línea en http://www.conapo.gob.mx/publicaciones/Boletines/PDF/bol12.pdf
