jueves, junio 16, 2005

En busca de un compromiso equitativo para los trabajadores migrantes en la economía globalizada

Cada año millones de hombres y mujeres dejan sus hogares y cruzan las fronteras de sus países en busca de más seguridad humana para ellos y sus familias. La mayoría emigran motivados por la búsqueda de salarios más elevados y mejores oportunidades, pero algunos se ven obligados a emigrar a causa del hambre, desastres naturales, conflictos violentos o persecuciones. Los movimientos transfronterizos de personas han ido en aumento en los últimos decenios, de ahí que en 2000 hubiera 175 millones de migrantes internacionales, cifra que equivale al número de habitantes del quinto país más poblado del mundo. De entre ellos, 86 millones eran trabajadores migrantes. A los movimientos tradicionales de sur a norte se añade la creciente inmigración en los países en desarrollo.

Los patrones actuales de emigración están estrechamente vinculados con aspectos de la globalización, como la facilitación y el abaratamiento de los viajes y el mejor conocimiento de la forma de vida en los países ricos, que se difunde a través de los medios de comunicación e información. La diferencia de ingresos cada vez mayor entre los países ricos y los países pobres del mundo también sirve de incentivo para buscar oportunidades económicas en otras Partes. Esos factores, combinados con el envejecimiento de la población en muchos países desarrollados, se traducen en un aumento probable de la migración.

Históricamente, la inmigración ha sido económicamente beneficiosa tanto para los países receptores como para los propios migrantes. Muchos de los temores acerca del impacto de la inmigración en las economías desarrolladas son infundados o exagerados. Por ejemplo, no hay pruebas de que la inmigración reduzca significativamente los salarios o haga aumentar el desempleo. El panorama económico es menos preciso cuando se trata de los países que los migrantes han dejado. Entre las ventajas, cabe citar las remesas de dinero de los migrantes, la reducción del desempleo, la disminución de la presión de la población y los conocimientos que aportan los migrantes que regresan a sus países de origen. Entre los inconvenientes, cabe señalar que la emigración suele conllevar la pérdida de trabajadores calificados y de jóvenes dinámicos. Asimismo, reduce la producción y las rentas públicas del país. Sin embargo, los responsables de formular las políticas en la mayoría de los países en desarrollo tienden a calificar de positivo el balance.

Conferencia Internacional del Trabajo, 92.ª reunión, 2004
Resumen: http://www.ilo.org/public/english/protection/migrant/download/exsu-vis.pdf
Versión completa en:http://www.ilo.org/public/spanish/standards/relm/ilc/ilc92/pdf/rep-vi.pdf