miércoles, marzo 30, 2005

¿Cómo aplicar la charia?


TARIQ RAMADAN - 31/03/2005


La cuestión de la aplicación del código penal islámico en las sociedades mayoritariamente musulmanas (más conocido por la denominación discutible de charia) es uno de los temas más controvertidos en el diálogo entre las sociedades occidentales y el mundo islámico. Para estas primeras, es inaceptable que se inflijan castigos corporales, que se lapide o se ejecute en nombre de una referencia religiosa que se impondría a la sociedad entera: hay que condenar estas prácticas sin otra forma de proceso. En cuanto al mundo islámico, éste envía mensajes contradictorios: las condenas firmes y definitivas pertenecen a una pequeña minoría de intelectuales o actores sociales y políticos musulmanes, mientras que algunos gobiernos procuran legitimar su carácter islámico para la aplicación de estas prácticas represivas. Entre las poblaciones musulmanas (desde Nigeria hasta Malasia) hay muchos grupos que reclaman regularmente la aplicación estricta de la charia y la mayoría de los ulemas se atiene a ello afirmando que esas penas "no son casi nunca aplicables" (insistiendo sobre las condiciones exigidas), pero evita expresarse claramente sobre la cuestión (a menudo para no perder su credibilidad entre la población).
¿Cómo entablar un debate de este tipo, que casi está considerado como un caso jurídico en las relaciones entre civilizaciones y culturas? ¿Se debe exigir que el mundo musulmán condene estas prácticas y que se adhiera así a las exigencias de los valores universales?¿Se debe escuchar, o hasta respetar, las voces que se expresan a partir de unas referencias musulmanas en nombre del reconocimiento de los particularismos y del relativismo cultural?
¿Existe otra vía que permitiría superar el debate apasionado y las sorderas respectivas ofreciendo un espacio donde aprehenderían conjuntamente valores universales comunes mediante la discusión y la deliberación? ¿No es posible estipular unos valores universales en los que el respeto no es negociable (integridad de la persona humana, igualdad de derecho, rechazo de los malos tratos, etcétera) aun reconociendo la diversidad y la especificidad de las referencias (religiosas y culturales) y las historias que pueden llevar a expresarlas y reivindicarlas? Estamos aquí, en la hora de la globalización, en el centro de un debate fundamental en lo que concierne al porvenir de las relaciones entre las civilizaciones, las religiones y las culturas.
Nosotros lo decíamos, el debate sobre la charia en el mundo islámico es ejemplar. Cuando apelamos a una moratoria sobre los castigos corporales, la lapidación y la pena de muerte, se oyen voces en Occidente que afirman: "¡Es inaceptable, esto no es suficiente !". Otras en el mundo musulmán se exclaman : "¡Es inaceptable, es una traición a nuestras referencias !". A medio camino entre estas dos actitudes, el llamamiento a una moratoria es una interpelación directa y necesaria dirigida al mundo musulmán a partir de sus propias referencias (y desde el interior) porque estamos convencidos de que la reflexión y la evolución de las mentalidades no son posibles más que a partir de dinámicas endógenas en las sociedades.
Hoy lanzamos un llamamiento para una moratoria inmediata en el mundo musulmán en nombre de los propios principios del islam. Para ello emitimos tres tipos de argumentos : 1. Los ulemas no están de acuerdo con las interpretaciones que hay que darle al contenido (y a veces a la autenticidad) de los textos que se refieren a estas prácticas, ni por otra parte sobre las condiciones exigidas y los contextos sociopolíticos en los cuales se hacen posibles. Es necesario, pues, abrir un debate amplio y pluralista que decida cesar inmediatamente en estas prácticas, ya que no hay consenso en la materia. 2. La aplicación de la charia está hoy instrumentalizada por poderes represivos que están en contra de las mujeres, de los pobres y de sus opositores políticos, en un casi vacío jurídico en el que se multiplican las ejecuciones sumarias de acusados sin defensa, sin abogado y cuya dignidad humana no se respeta. La conciencia musulmana contemporánea no puede aceptar estos rechazos de justicia. 3. Las poblaciones musulmanas, que a menudo no tienen acceso a los textos, se dejan arrastrar por una especie de pasión que asimila la fidelidad al islam, ya sea en el carácter estricto y visible de los castigos, ya sea en su oposición a Occidente, del que tienen a menudo una imagen caricaturizada. También aquí es necesario resistir a estas desviaciones irracionales que rayan en el formalismo y legitiman todas las formas de opresión.
Estas realidades son conocidas tanto por los ulemas y los intelectuales como por los musulmanes educados y comprometidos social o políticamente con su sociedad. Reconocen que es urgente y necesario un debate interno del mundo islámico, y que las injusticias hechas en nombre de la instrumentalización de la religión son legión e inaceptables. El llamamiento a una moratoria tiene esta doble ventaja que permite suspender inmediatamente estas prácticas en nombre de la propia exigencia de justicia del islam y que entabla una reflexión profunda sobre el sentido y las condiciones de aplicación de la charia hoy en día.
No se trata de negar la existencia de las fuentes textuales islámicas en cuanto a la charia, sino de discutir sobre ello desde el interior, las interpretaciones, las condiciones, y lo que hoy puede aún ser aplicado o debe dejar de serlo. La evolución de las mentalidades en el mundo islámico no se hará más que en voluntad a este debate, que debe permitir en ese universo reconciliarse con la esencia de su mensaje de justicia, igualdad y pluralismo, en vez de obsesionarse por sus aspectos más represivos y violentos en nombre de frustraciones mal vividas y/o de sentimientos de alienación sostenidos por el leitmotiv de la dominación de Occidente. Contra esta cerrazón, hay que abrir el debate, responder de nuevo a este imperativo islámico del iÿtihâd (exégesis crítica y renovada de los textos y de sus silencios) para aceptar los desafíos de nuestra época.
Las condenas unilaterales que se oyen en Occidente no ayudarán a que las cosas evolucionen. Por lo demás, asistimos al fenómeno exactamente inverso: las poblaciones musulmanas se convencen del carácter islámico de estas prácticas por las reacciones de rechazo de Occidente en nombre de un razonamiento binario y simplista que estipula que "cuanto menos occidental se es, más islámico se es". Hay que salir de esta perversión y los gobiernos y los intelectuales occidentales tienen una responsabilidad mayor en cuanto al hecho de permitir al mundo musulmán que entable este debate con serenidad en y desde el interior del islam. En efecto, es urgente que se esfuercen por descentrar su ámbito de referencia: la reivindicación de lo universal en Occidente no puede mostrar reservas en cuanto al hecho de comprender las referencias del otro, la lógica de su sistema de pensamiento y los caminos que le llevan a lo que es común y universal. En un plano político, es necesario que cesen las denuncias de fácil adaptación: que se trate de países pobres o ricos, de países aliados o enemigos, el rechazo de las injusticias debe hacerse sin concesiones.
Vemos que al final los caminos que conducen al encuentro y al diálogo exigen de cada uno la actitud que cuestiona sus propias certezas, al igual que sus incoherencias, tanto en el plano religioso como en el político.


TARIQ RAMADAN, profesor de Islamología de la Universidad de Friburgo. Para leer, apoyar o criticar el texto entero del llamamiento: www.tariqramadan.com


http://www.lavanguardia.es/web/20050331/51180539261.html
La vanguardia, secc articulistas 31 de marzo de 2005